Itacaré

Si en algún lugar se cumple el eslogan de “Está en Bahía, sorria!” es en Itacaré.


Bahía es un estado rico en naturaleza, tienen playas, rios, una frondosa vegetación, cacao, cascadas,...Pues todo eso y más se puede encontrar en Itacaré.

Jeribucaçu
Itacarezinho
En este caso no sé a qué se debe el diminutivo
porque es la playa más extensa de Itacaré
Quizás no sea el pueblo más bonito que he conocido (como podrían ser Jericoacoara o Morro de São Paulo con sus calles de arena), pero en mi opinión si es el más acogedor. Tiene mucha vida en la calle, en las playas, muchos lugares para conocer, actividades deportivas, la gente es alegre, buena comida y movida nocturna, incluso en temporada baja, que parece que aquí no exista comparado con otros lugares.

Este es el mirador donde la gente viene a ver
las puestas de sol (que yo no vi nunca...)
En Itacaré hay opciones para todos los gustos, desde quedarse en las playas del pueblo que son dos (la Concha, que es la mejor para el baño y donde están la mayoría de pousadas, y Coroinha, que sirve más de puerto), llegar a pié a las playas más cercanas y accesibles (algunas frecuentadas por surfistas), o ir con coche o contratando paseos al resto de playas, dependiendo de cada caso, ya que no todas son fácilmente accesibles.

Playa de la Concha
(no se parece en nada a la de San Sebastián)
Yo empecé conociendo las playas donde podía llegar a pié. La primera era Resende. Era muy fácil llegar, sólo unos metros por la calle que lleva a las playas y un caminito corto. La playa es pequeñita, pero muy tranquila y bonita.

Creo que es el camino más simple que tuve
que hacer para llegar a una playa de Itacaré...
Esta era toda la gente que estaba en la playa.
Como veis, relax total!
Tirarse debajo de un cocotero puede parecer muy romántico
pero no lo es tanto si te cae un coco encima.
Yo intentaba asegurarme de no estar
en la caída libre de los cocos de ésta.

Por la playa y saltando rocas entre una y otra, pasé a Tiririca. Esta es una playa ya un poco más grande y muy usada por los surferos. Aquí ya hay algunas barracas y barcitos.

Para llegar de una playa a otra había que pasar por
estas rocas. Estas eran las fáciles!
En Tiririca ya hay infraestrucutra de todo tipo
Históricamente Tiririca fue siempre playa de surfistas
y lo sigue siendo aún
Panorámica de Tiririca desde el otro lado
De ahí, saltando más rocas todavía, llegué a Costa. Esa parte ya no fue tan fácil! Costa es parecida a Tiririca pero más virgen. Lo que es curioso es que aquí la gente tiene más tendencia a ir a las playas con barracas, en vez de a playas vírgenes. Esta estaba casi vacía.

Pasar estas rocas ya tenía su complicación,
hay que tener en cuenta que el calzado, siempre y para todo,
son unas simples sandalias (chinelas)
Vista de Costa desde las rocas del otro lado,
que ya eran más complicadas de pasar para llegar a Ribeira,
ese camino lo hice por dentro
Y por último Ribeira, donde para entrar tienes que pasar un pequeño río. Aquí es fácil llegar en coche directamente por la calle que viene del centro y también hay más barracas, con lo cual hay más movimiento de gente. El río le da un encanto especial a la playa.

A la derecha el río y a la izquierda el mar
Bonita, eh?
Es otra de las preferidas por surfistas
Con esta perspectiva la playa parece mayor,
pero es la misma
Al regresar a Resende (la primera) por el camino fácil me encontré con que era un punto de entrenamiento de capoeira al atardecer.






A partir de allí todo lo que me faltaba por conocer tenía que ser contratando excursiones, así que esa misma tarde fui a la agencia Nativos para contratar la primera: Jeribucaçú. El dueño tiene como nombre completo Joselson do Santos Bahía pero es conocido como Bahía (aún no estoy segura de si todo eso era sólo el nombre, pero creo que si...).


Yo pensé que ya había probado todo en este país: subir por las rocas, desembarcar en las playas, nadar con delfines, cruzarme con culebras, montar a caballo por la playa,... Pero aún me faltaba mucho por probar.

Además, después de esta excursión quedé convencida de que aquí me ven con muy buenos ojos, porque cuando hablé con Bahía para contratar la excursión nadie me preguntó si yo hacía escalada, cruzaba ríos, caminaba por barro, ni si tenía problemas en caminar por manglares con el agua hasta las rodillas y con posibles culebras. Nada. Lo único que me dijeron es que me podía bañar en una cachoeira (cascada) y que era un paseo por la mata hasta una de las playas más bonitas.

Este era el objetivo, lindo! eh?
Veréis, parecía una carrera de obstáculos que había que ir superando. Éramos una pareja de São Paulo (Alex y Claudia) y yo, y el mismo Bahía fue nuestro guía.

En realidad el cartel lo encontramos al final
ya que hicimos el paseo en sentido contrario
Hasta la cachoeira todo fue más o menos bien, un camino en bajada entre la mata de dificultad media. Sólo que en un momento dado se me enganchó en el vestido una hoja de esas supercortantes y me rozó en el brazo, por suerte plana, sino igual me quedo manca. Y ahí fue que Bahía nos advirtió: "Cuidado con esas hojas que cortan como sierras!" Le agradecí que me advirtiera con tanta antelación y seguimos, ya con mi primera herida de guerra.

En el camino encontrábamos
árboles como éste
De ahí llegamos a la cachoeira da Usina. Conseguí entrar y salir del agua sin matarme y llegar a la cachoeira sin ser arrastrada por la corriente. Segunda prueba superada.

Cachoeira de Usina
Después había que cruzar un río en que el agua llegaba más arriba de las rodillas. El problema es que las piedras del fondo eran un poco resbaladizas. Casi... llegué hasta el final sin resbalar. Cuando me faltaban dos pasos resbalé y caí en el agua. Alex, que iba detrás, llegó a agarrar la mochila, que se mojó sólo por fuera, pero yo quedé empapada hasta la cintura. No sé para qué me arremangué el vestido...

Eso fue cuando ya había caído en el agua
Después empezó la parte divertida del camino que, como había llovido la noche antes, estaba lleno de barro. Pisando hojas, piedras, ramas, más o menos iba superando las partes complicadas, hasta que llegó un punto en que era un barrizal e incluso pasando bien al lado había que saltar. Y Bahía justamente me dijo eso "pula aí!" (salta ahí). Y salté... bueno, en realidad, literalmente creo que no llegué ni a saltar, porque cuando apoyé el pié para hacerlo resbalé y quedé sentada en medio del barrizal. Total ya estaba mojada, que importaba un poco de barro en el vestido...

Pero yo seguía luchando por mi objetivo....
Por suerte teníamos que pasar otro río y allí pude limpiar el barro del vestido. Con todo ésto os recuerdo que para estas excursiones nada de botas de montaña, nooooo!!! una simples sandalias! o eso o descalzo y si no fuera por las piedras hubiera preferido descalza.

Todo sea para ver estos paisajes!
La última prueba era caminar por dentro de unos manglares hasta la playa. Tendría que haber imaginado, cuando vi llegar a Bahía al Hostal con un machete de dos palmos de largo, que tendríamos que hacer algo así. Con la suerte que había tenido hasta entonces yo sólo miraba a mi alrededor si algo se movía, pero afortunadamente no apareció ninguna víbora ni nada parecido.

Estos eran los manglares por los que había
que caminar hasta la playa
Así fue que llegamos a la playa, realmente la más bonita de Itacaré (será por lo que me costó llegar?). El agua del río llegaba a la misma playa y formaba una pequeña península. Allí por fin pudimos descansar unas horas antes de regresar. Y tengo que decir que comí las mejores tapiocas (una especie de crep con harina de mandioca) que he probado en Brasil.

Lo primero es el río, después la playa
y al fondo el mar

Aquí es donde se juntan el agua de mar y de río
Los surfistas también llegan aquí,
de hecho estaban filmándose desde ese lugar


Nosotros no éramos los únicos que descansábamos
también  el chico de las hamacas y el de los cocos
se echaron un sueñecito
Sencillo pero completo: tapiocas, pescado a la brasa,
cocos y hamacas
El camino de regreso ya era más fácil, pero como parece que era demasiado fácil para Bahía, nos hizo subir varios tramos de escalones de montaña a toda pastilla, como si tuviéramos prisa. Tanto fue así que llegamos 15 minutos antes de la hora a la que la van nos venía a buscar.

Intentaba hacer cara de no cansada,
porque subimos desde allá abajo como en 15 minutos,
para que os hagáis una idea del ritmo que llevábamos
Esta es la foto victoriosa de la llegada definitiva

Otra excursión para conocer el resto de playas de Itacaré es la que llaman Las 4 praias: Engenhoca, Hawaizinho, Camboinha, Itacarezinho + cachoeira de Tijuípe.

Estos paisajes son los que se ven en el camino
que bordea el mar
Aquí había que caminar bastante, pero el camino ya no era tan complicado, menos de media hora para llegar a la primera playa y después un camino bordeando la costa de una playa a la otra, con lo que el paisaje no tenía desperdicio.

La primera vista que se ve al llegar al mar
es la de Havaizinho
De ahí se toma un camino a la izquierda para ver la playa de Engenhoca. Sólo las vistas panorámicas durante el paseo ya valen la pena.

Ahí a la derecha quedan 3 de las 4 playas:
Hawaizinho, Camboinha, y Itacarezinho
Y a la izquierda está Engenhoca
Engenhoca también tiene un río que desemboca en el mar en la misma playa. Eso te permite elegir entre bañarte en agua dulce (siempre rojiza, por el hierro) o en agua salada. O primero una y después otra! Sólo hay que tener en cuenta que el agua de mar suele ser bastante cálida, pero la de río es bien fresca!!!

Vista al llegar a la playa
La salida del río entre la mata altántica
Ahí se ve la amplitud de la playa
Regresando por el mismo camino de la costa volvimos a pasar por Hawaizinho y de ahí a Camboinha.

El grupo cruzando Hawaizinho
Más riachuelos por el camino
Camboinha
Y uno se pregunta... porque nadie se queda en estas playas tan bonitas? La respuesta viene sola cuando ves esta panorámica de Itacarecinho. Desde luego merece la pena llegar a ella por el camino de la costa.

Impresionante!
Y tan impresionante desde arriba como desde abajo...
Y para añadir más encanto,
a un lado una cascada y al otro un río
Se acaba el paseo con un baño refrescante, en el camino de regreso, a la cachoeira de Tijuípe.



Mi asignatura pendiente es Prainha, para algunos la playa más linda de Itacaré. Para ir hay que hacer un camino en el que se han dado casos de robos, por lo que recomiendan siempre hacer el recorrido por la foresta en grupo o incluso guiado. Yo fui dejando este paseo para un día que no tuviera nada y al final me quedé sin días. Así que tendré que volver a Itacaré, ni aún que sea para conocerla...


Comentarios

  1. La veritat és que en cada capitol hem dic el mateix, la proxima visita a Brasil he de coneixer aquest lloc. Una abraçada.

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  2. vaja tela noia, vaja tela !!! quines platges Brasil ! encara que per l'aventureta per anar a la Jeribucaçú fa una mica de respecte ¿eh?

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