Regreso a Jeri

Antes de empezar la ruta por las playas del nordeste quise comprar un libro que me recomendó María donde podía encontrar recomendaciones de todas las playas del Brasil. Como no lo encontré compré otro que era algo así como las 100 playas de Brasil por las que vale la pena un viaje. Pero María si encontró el otro y me lo regaló para mi cumple, así que ahora puedo incluso comparar opiniones y así seguro que no me pierdo nada importante!

Con la marea baja la duna do pôr do sol se refleja en la arena
y da esta imagen tan bonita

La primera playa al norte de Fortaleza que me faltaba conocer es Tatajuba, a la que se puede llegar desde Jericoacoara con buggie o jeep. Así que regresé a Jeri, que siempre tiene un encanto especial, para poder hacer esta excursión.

En Jeri aprovechan la marea baja y el atardecer para
bailar capoeira, jugar a bolei, palas, etc

Ahora, que es temporada baja, en el pueblo hay casi más gente del lugar que turistas, aunque siempre hay turistas en Jeri. Para que os hagáis idea de lo pequeño que es esto, el primer día ya reencontré toda la gente que conocí los tres días que estuve en enero: buggeros, barmans, meseros, professores de capoeira, etc... sólo los turistas habían cambiado.

Por ejemplo estos dos chicos, que habían vivido varios anos en Barcelona (entre otros muchos lugares) bailando capoeira. Hablan español perfectamente e incluso algo de catalán!

Preparando el chiringuito para el regreso de la gente
que subió a la duna a ver la puesta de sol
(que no hubo!)

El segundo día fue la excursión a Tatajuba, por la que realmente valió la pena el viaje. Aquí sólo un adelanto...

Vista de una lagoa desde la cima da duna do Funil

Tatajuba era una ciudad que quedó sepultada por las dunas y que tuvo que trasladarse entera a otro lugar, ahora llamado Nova Tatajuba.

Ari con su buggie con el que fuimos a Tatajuba

En el paseo, primero pasas por playas inmensas y desiertas, sólo con algunos pescadores pescando a red de vez en cuando.

Otros caminando tranquilamente y conversando cuando pasas por su lado, aquí el tiempo no tiene importancia...

Después pasas por manglares donde las dunas están creciendo y están matando todos los árboles próximos a la playa, pero aún y así no deja de tener su encanto.

En los mangrares se puede hacer una parada para ver caballitos de mar, que viven en los canales de los manglares bién camuflados, para defenderse de los peces que los usan de comida.

Es todo muy ecológico, los recogen delicadamente
y los vuelven a dejar en su mirmo lugar

Atraviesas las entradas de mar a los manglares con balsas...

Después se llega a la duna do Funil, que tiene una de las vistas paisajísticas más bonitas de Brasil, mires donde mires...

En esta duna se practica el "esquibunda" (esquí de culo), que significa tirarse desde la cima de la duna de culo para caer directamente en el agua de la laguna. Yo no lo practiqué, ya que había probado este deporte ya en los Lençois Maranheses y recuerdo perfectamente cómo acabé de arena hasta en las pestañas.

Viendo la altura os podéis hacer una idea
de la arena que se puede llegar a tragar antes de llegar al agua
Y luego hay que subir!

Y ya para finalizar se llega a la lagoa de Tatajuba, que aunque no es tan espectacular como la lagoa Azul, es realmente bonita, muy tropical y perfecta para el baño y otros deportes como el windsurf o la tirolina.

Las barracas (bares de playa) colocan sus reden en el agua
para que los clientes no tengan ni que salir de ellas para refrescarse

La siguiente excursión fue a caballo, por las dunas y por la playa. 

Aunque hayas visto ya los paisajes desde esos lugares, a caballo es distinto, como si estuvieras en contacto con la naturaleza...

Mi guia Daniele

y yo