Dormir en Brasil
Aparentemente parece que Brasil es un país donde dormir debería ser bastante fácil, ¿no? O al menos esa es la fama que tiene. Pues tengo que decir que a mi no me ha resultado nada fácil.
Los motivos han sido muchos, así que es difícil intentar buscar una solución, porque cuando crees que lo vas a conseguir, pasa otra cosa diferente que te rompe los planes.
Los primeros días fueron el cambio horario y los vuelos, pero sobre todo acostumbrarme a que aquí amanece a las 5 de la mañana!!! con lo que a las 6 el sol ya entra directo por las ventanas.
En Salvador eso se juntaba a que estábamos en una pousada justo delante de la escuela de Olodum, la escuela de Carnaval más famosa allí, que con los pre-carnavales ensayaban casi todas las noches, y es percusión y más percusión.
En Jericoacoara fueron dos noches los mosquitos, que son de esos que además de picar hacen ese ruido para que no consigas dormir (zzzzzzz) y ser picado conscientemente. La última noche conseguimos un aparato anti mosquitos, pero entonces fue la macro fiesta organizada por nuestra propia pousada, sólo que como la música estaba buena, en este caso al menos te despertabas de un humor mejor.
Ya en Fortaleza, no me ayudó el tener el curso de cocina a las 7:30, pero como todo aquí es más temprano, digamos que es como si siguiera con el horario español pero en Brasil. Alguna noche las lluvias torrenciales repentinas me despertaban porque tenía que levantarme corriendo a cerrar las ventanas. Al día siguiente probaba de dormir con las ventanas cerradas, pero entonces me despertaba muerta de calor y tenía que levantarme a abrirlas. Algunas noches pasaban las dos cosas, en cualquier orden...
Otras noches la tormenta era con rayos y truenos, y estoy segura que algún rayo cayó justo encima nuestro, porque llegué a oír el ruido antes de ver la luz...
Y luego estaban los despertares de André, algún día gritaba porque tenía sed, otro se levantaba y encendía la tele, pero el más divertido fue el día que se levantó tan temprano que aún era oscuro (o sea, aún no eran las 5 de la mañana) y decidió que había que abrir las luces de todo el piso, 2 veces!!!
La noche del Carnaval da Saudade, Aninha me invitó a su casa para que consiguiese dormir hasta más tarde, ya que la fiesta era hasta las tantas. En teoría sólo estábamos en las casa su madre, su sobrina, ella y yo. Pero sobre las 9 de la mañana empecé a oí la voz de una niña pequeña, una voz masculina, y no sé cuanta gente más charlando en la cocina. Al final, igual que Aninha opté por levantarme y desayunar con ellos. Habían llegado su hermano con su mujer y su hijita. Después de su visita y con el estómago lleno, intentamos de nuevo seguir durmiendo. Pasó un rato y en cuestión de 2 minutos sonaron el teléfono fijo, un móvil, y la puerta, y nadie aparecía por ninguna parte, así que la propia Aninha se levantó bastante malhumorada. ¿Quién era? pues la hermana con la otra sobrina y su perrito, que vino veloz y directo a donde estaba durmiendo yo y se me echó encima! ¿Y porqué nadie podía abrir? pues porque también estaba el peluquero haciendo mechas a la sobrina mayor! Así que continué echando cabezaditas como pude con visitas intermitentes del perrito que, muy cariñoso, me iba dando lametazos.
Así que cuando por fin me independicé de mi familia adoptiva en Fortaleza a mi nuevo apartamento por 3 semanitas pensé que aquí sería más fácil. Que ilusa.....
La noche siguiente fue más tranquila, sólo unos fuegos artificiales a la 1 y media de la mañana. Cuando digo fuegos me refiero a 3 tracas del tipo mascletá, que por si alguien ha conseguido superar la primera, tiran la segunda, y la tercera es para acabar de desvelar al personal.
Al día siguiente intenté hacer una siesta por la tarde. Entonces el problema fue un tractor sacando tierra de una obra justo al otro lado de la calle. Dale que te pego con el bbbbbrrrrrr, pi pi pi (de la marcha atrás).
Después de eso ha sido más tranquilo, pero como llevo esa dinámica, en estos días de fiesta he tenido dos horas de despertar, la primera a las 6 de la mañana, que después consigo alargar hasta las 9 y pico.
Así que como veis, dormir en Brasil NO es tan fácil...
Los motivos han sido muchos, así que es difícil intentar buscar una solución, porque cuando crees que lo vas a conseguir, pasa otra cosa diferente que te rompe los planes.
Los primeros días fueron el cambio horario y los vuelos, pero sobre todo acostumbrarme a que aquí amanece a las 5 de la mañana!!! con lo que a las 6 el sol ya entra directo por las ventanas.
En Salvador eso se juntaba a que estábamos en una pousada justo delante de la escuela de Olodum, la escuela de Carnaval más famosa allí, que con los pre-carnavales ensayaban casi todas las noches, y es percusión y más percusión.
En Jericoacoara fueron dos noches los mosquitos, que son de esos que además de picar hacen ese ruido para que no consigas dormir (zzzzzzz) y ser picado conscientemente. La última noche conseguimos un aparato anti mosquitos, pero entonces fue la macro fiesta organizada por nuestra propia pousada, sólo que como la música estaba buena, en este caso al menos te despertabas de un humor mejor.
Ya en Fortaleza, no me ayudó el tener el curso de cocina a las 7:30, pero como todo aquí es más temprano, digamos que es como si siguiera con el horario español pero en Brasil. Alguna noche las lluvias torrenciales repentinas me despertaban porque tenía que levantarme corriendo a cerrar las ventanas. Al día siguiente probaba de dormir con las ventanas cerradas, pero entonces me despertaba muerta de calor y tenía que levantarme a abrirlas. Algunas noches pasaban las dos cosas, en cualquier orden...
Otras noches la tormenta era con rayos y truenos, y estoy segura que algún rayo cayó justo encima nuestro, porque llegué a oír el ruido antes de ver la luz...
Y luego estaban los despertares de André, algún día gritaba porque tenía sed, otro se levantaba y encendía la tele, pero el más divertido fue el día que se levantó tan temprano que aún era oscuro (o sea, aún no eran las 5 de la mañana) y decidió que había que abrir las luces de todo el piso, 2 veces!!!
Todo eso combinado a que seguía con el horario español, hacía que me desvelara y no consiguiera volver a dormir hasta mi hora.
La noche del Carnaval da Saudade, Aninha me invitó a su casa para que consiguiese dormir hasta más tarde, ya que la fiesta era hasta las tantas. En teoría sólo estábamos en las casa su madre, su sobrina, ella y yo. Pero sobre las 9 de la mañana empecé a oí la voz de una niña pequeña, una voz masculina, y no sé cuanta gente más charlando en la cocina. Al final, igual que Aninha opté por levantarme y desayunar con ellos. Habían llegado su hermano con su mujer y su hijita. Después de su visita y con el estómago lleno, intentamos de nuevo seguir durmiendo. Pasó un rato y en cuestión de 2 minutos sonaron el teléfono fijo, un móvil, y la puerta, y nadie aparecía por ninguna parte, así que la propia Aninha se levantó bastante malhumorada. ¿Quién era? pues la hermana con la otra sobrina y su perrito, que vino veloz y directo a donde estaba durmiendo yo y se me echó encima! ¿Y porqué nadie podía abrir? pues porque también estaba el peluquero haciendo mechas a la sobrina mayor! Así que continué echando cabezaditas como pude con visitas intermitentes del perrito que, muy cariñoso, me iba dando lametazos.
Así que cuando por fin me independicé de mi familia adoptiva en Fortaleza a mi nuevo apartamento por 3 semanitas pensé que aquí sería más fácil. Que ilusa.....
Vistas al mar desde el balcón |
Mi habitación, la suite, muy bonita, sólo que la tele no funciona. Aquí es muy habitual que cada habitación tenga su baño, cómo se nota que no tienen problemas de espacio... |
Después de eso ha sido más tranquilo, pero como llevo esa dinámica, en estos días de fiesta he tenido dos horas de despertar, la primera a las 6 de la mañana, que después consigo alargar hasta las 9 y pico.
Así que como veis, dormir en Brasil NO es tan fácil...
Si es que lo mejor es acordar con los brasileños que pongan los relojes a las Ruth en Punto y listos !!!
ResponderEliminarMolt divertida las historia